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Escritores Linqueños

El espejo en la pecera
Autor: Franco Vaccarini
​Editorial: Biblioteca del Congreso Argentina - Colección Juvenil "Vuela el pez"
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El espejo en la pecera es una antología de cuentos ilustrados para jóvenes que disfruten del suspenso, con algunas dosis de terror clásico, y de la amplia imaginación que el autor combina en cada historia. Incluye ilustraciones de Florencia Palacios Murphy.


Nuevos Peces para la Felicidad
Autor: Miguel Alegre
​Editorial: Diario del Desierto
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Hay una posible clave para leer estos relatos: la política como intromisión rapaz en los cuerpos; hostigando, impartiendo, quitando, secando, obligando a curvar los deseos para salvar la cordura, o directamente el pellejo. La política como el gran combustible atroz que fabrica destinos. Cada uno de los y las protagonistas de estos relatos le disputan sentido al discurso homogeneizante del poder (entendido éste no como el accionar de un cierto grupo de personas, sino como un entramado de brutas contradicciones anti-vida que nos encierra a todos.): sobrevivientes de la guerra de Malvinas, víctimas de violencia de género, románticos extremos que buscan en la literatura un atenuante a lo inaudito, parientes de un muerto ejemplar en el famoso tiroteo del año 30, entre conservadores y radicales en la plaza Rivadavia; parias autodeterminados que se juntan a vivir en una casa abandonada y hacen del  amor y el respeto su bandera, una mujer alegando ante el juez su derecho a amar, un crimen vindicativo con un telón de fondo lleno de consignas sociales tan caras a nuestra historia; un contador de cuentos que busca conmover a señores ocupados en alimentar el absurdo; la navidad de un desesperado salvada por la ternura; y peces, peces que, bien diagnosticados, nos garantizan un montón de beneficios por un simple manojo de billetes. Y el discurso. Y la narración, claro, como única manera de recuperar y rearmar lo perdido. Contar para conjurar todas las derrotas, buscar la fuerza en la forma, creer en la palabra, sanar por la herida.


Algo
Autor: Ludovico Fonda

​Editorial: Diario del Desierto
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Alguien intenta algo al cruzar un tramo  conocido de las horas pantano de la rutina desalmada o las horas luz de los milagros que a veces ocurren disfrazados de azar o merecimiento.

Alguien intenta algo. Mínimo. Tenue. Casi aletargado. Un susurro de pregnancia recursiva. Un rosario de palabras dispuestas con un cariño que tiene, como todo amor, algo de tétrico y de sublime en el mismo gesto.

Y cuando alguien intenta algo nadie puede saber si hay voluntad o fatalismo en sus movimientos,   nadie puede saber si decide o es decidido. Pero al menos hay un duda puesta en acción, y eso ya es algo. Una posibilidad, no de escape del laberinto, sino de resignificación de éste como camino. Un inicio de deriva alegre en contraposición al transcurrir prefabricado.

Algo, al fin, un mínimo gesto, como un intento de abrazo, como un intento de contrapunto al discurso voraz de los muros, pantallas (espejos de fantasmas), deudas  teledirigidas y afanosos desencuentros.

Algo.


Algunos días
Autor: José Luis Larroca

​Editorial: Peces de Ciudad
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No son los primeros ni los últimos poemas. Es algo que puedo asegurar…. En “Algunos días”, José Luis Larroca nos muestra que somos lo escritural de un signo marcado por el tiempo, donde la programática de lo cotidiano se deshace y termina fallando. De allí, creo, que nacen sus mejores poemas, de lo que no anda; del quebranto existencial que como un bucle, nos envuelve y nos invitan sutilmente a convalecer. Es un escritor de poesías. Es una lectura de la recuperación, una terapéutica eficaz de las metáforas: “todo roto me interpreto. Me reescribo”, lanza al final de su poema “El HERMENAUTA”. Como un pequeño fragmento de materia, enganchados, viajamos por su trama; llena de cuerpos resonantes invocados por los bordes de las palabras. Yo diría: la dosis justa, lo delicado, la pulsión de un eco creativo de estar leyendo letra por letra. Sustitución por sustitución. Enlace por enlace. El arte de tejer palabras. Por eso aseguro que en él nos encontramos. Y de allí salimos. No son los primeros ni los últimos poemas, no terminarán jamás de cerrarse. Da la impresión que no es su intención, los cuerpos poéticos no se cierran. Como este libro. No se cierran. Creo, que allí, está el secreto, de “Algunos días”… Ardesi Julián


Apuntes de Otros Cielos
Autora: Maria Elvira Aristimuño

​Editorial: Diario del Desierto
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Los símbolos son ventanas por donde la energía abrumadora del cosmos ingresa en el quehacer humano, posibilitando el accionar de la entropía, esa brujería que todo lo mueve.  El fósforo cae sobre la leña seca y lo que era impotente espera se transforma  en luz y calor. De tal modo, la palabra cae sobre lo que acontece en lo gris callado para encender el significado que nos ubica en la existencia, al margen y, a la vez, en el vórtice mismo de la vida.                                                     

En esta alforja hay veinticinco cartas, veinticinco símbolos, veinticinco arquetipos, veinticinco rostros de mujer interrogados y develados en lírica insomne, mordedora de cualquier asomo de tregua de letra estancada. 

Cada arquetipo es un rezo, una plegaria desplegada a ras de la tierra para fomentar el vuelo de los ángeles del rastrojo, la canción de los amores correspondidos por el viento. La boca de la pampa con sus dientes de monte y su lengua polvorosa besando el intento de verse.

Y cada arquetipo, en este libro, es una efigie doble : letra y forma. Dibujo y palabra. Dos lenguas extranjeras entre sí que se entrelazan para hablar un nuevo idioma : el de la simultaneidad, el de la cooperación amorosa, la alegría de compartir el espasmo de intentar la revelación que sana.

Y es así como : ¨ Esa nueva voz entra al silencio, desnudándolo, y escucha todo lo que grita debajo de la piel, preguntando con la inocencia del agua, para luego quedarse allí y armar su río de palabras una vez más, esperanzada¨.


Doce vigilias de Beltrán Romero
Autor: Ludovico Fonda
​Editorial: Diario del Desierto
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Las “Doce vigilias de Beltrán Romero”, son una alegoría inconclusa, de símbolos desaforados, que ponen de relieve las peripecias de un alma esculpida (y escupida) por el devenir de esta hipócrita republiqueta enterrada entre napas salitrosas, amnésicas, ciegas, infames…

Beltrán intentará explicar el “despojo constante, el frío creado como una escultura de vanguardia alrededor de los ranchos y la humillación sempiterna que late y no se detiene”.  

Y lo intentará a través de una desesperada catarata de estados oníricos, que usará como pasadizo para llegar al último de los infiernos en busca de la verdad revelada, el espejismo milagroso de la redención y el entendimiento. ¿Lo logrará?

Ahí está Beltrán Romero, agazapado en algún pueblo perdido del noroeste de la Provincia de Buenos Aires, mateando, soñando en carne viva al país, no como una inerte abstracción, sino como un esplendoroso estropajo afectivo, tan hermoso como doliente, siempre a punto de hacer pie en el abismo, siempre a punto de: “liberar el espeso núcleo de libertad enterrada entre surcos…”


Antología Inicial
Autor: Santiago Zambianchi
​Editorial: Diario del Desierto
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En lo absurdo que repta cada día bebemos la enseñanza contínua. Todo es precario. Precario el aire. Precario el amor y sus ungüentos. Precarias las certezas y las dudas. Lo sacro y lo secular. La fruta de estación y la exótica. La paz y su ausencia. Precario. Inestable. Todo es esfinge en eterna mutación. Toda victoria, retraso de escombros. Pero desde el futuro inmediato  de estas páginas una voz nos dice: “Hay aún una posibilidad/un reducto de color que me salva/una verdad que/aunque por atisbos/aún veo”. Y, entonces, uno se pregunta: ¿qué es lo que esa voz ve? ¿Qué  arquitectura se concreta en la falta fundante de todo andar? ¿Qué paisaje, nunca revelado, extrañamos y perseguimos con toda la desesperada y dulce furia de la que somos capaces los seres humanos (¡primates enjoyados de lenguaje!, ¡joya que deslumbra y ahorca!)? ¿Qué flor se jacta de no ser en el interior del poeta  que se entinta hasta los huesos para inundar de lírica el desierto programado a garrotazo limpio de gramática opresora?

Estos poemas buscan, y logran, pensarnos como algo más que tierra arrastrada por los vientos del comercio y la expectativa de súbito trono social: ¡Qué nos vienen a ofertar folletos con palmeras y ahorcados! ¡Viviremos y moriremos acá! Pegados al adobe y a las calles infames e inocentes del pueblo y la tinta que aún porfían un resto humano sin el argumento único de la mezquindad, la iniquidad, el cálculo raso, el goce por hundir al prójimo en un lodazal que haga olvidar el propio naufragio.


Relatos de Mi Vida
Autor: Martín Luisi
​Editorial: Diario del Desierto
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Cada vez que relatamos los sucesos de nuestra vida, nos educamos. A nosotros mismos y a quienes nos rodean. Nos educamos en el sentido original de la palabra: nos sacamos adelante.

Claro, hay que estar dispuestos a recibir la descarga de contradicción, inapelable, que devuelve la existencia cuando se la mira sin parpadear.

En esos relatos deben estar la pena, la furia, el desamor, la pérdida y el hastío, mezclados con la esperanza, la amistad, el entusiasmo, la tenacidad, el encuentro.

En este libro, Martín Luisi pone en versos sus relatos y echa sal en las heridas a la vez que riega con caricias las raíces más sagradas.

Y contándose, nos cuenta, sus hallazgos cotidianos, la esencia humana que siempre se repone a todo y no suelta, jamás, por tenue que sea, el rasgo de luz que hace que eso que llamamos vida, bien valga la pena.


Nurtura
Autora: Elisa Vicondo

​Editorial: Diario del Desierto
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Nurtura bien podría ser una película de Almodóvar. Historias narradas en estado de contenido espasmo, con el filo invisible pero implacable de las rutinas: hombres y mujeres al borde de un ataque de nervios, perdidos en supermercados chinos de una Babilonia olvidada de la provincia de Buenos Aires; exponiendo sus despojos más abyectos con la valentía de los nadie, cayendo hacia arriba al enfrentar el tedio con una paciencia tan ingenua como desoladora, para que la lírica prevalezca sobre cualquier atisbo de resignación.

Esta es la génesis en la que Elisa Vicondo se deja atravesar con un libro que es, al mismo tiempo, un ensayo sobre el dolor, la muerte, la salud de los enfermos y el deseo. Y la escritura, como proceso no solo para interrogar las heridas, sino también para neutralizarlas a la vez que se las ahonda. La escritura como grito heroico, susurrado entre dientes, disputándole belleza y sentido al absurdo agrisado de los calendarios; denunciando la falta de colores en todo lo que importa, en los cariños ocultados, en los golpes que ostentan su lugar junto a la moral que lastra la luz y eyecta leyes.

Nurtura es una suma de crónicas cruelmente amorosas y proféticas, vertidas con la desesperada artesanía que Elisa Vicondo reparte como quien convida un espanto luminoso:

“Dos noches de insomnio ya, borrando la luna de sus cuencas oscuras, dibujando en las paredes de su cuarto niñas sin cabezas, árboles resfriados de amores, espejos goteando mercurio, sueldos de huesos en las arcas de los recientes olvidados”.


La Ida y la Vuelta
Autores: Ludovico Fonda - Martín Luisi
​Editorial: Diario del Desierto
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En “La Ida y La Vuelta”, la relación entre las formas plásticas y las textuales tienen la intención de, al consubstanciarse, parir una tercera dimensión: cooperación de significantes, solidaridad de los significados y, entonces, lo simbólico aparece por el plexo pleno de lo híbrido; de manera que palabras y figuras no debieran (¡Libertad!, ¡Libertad!) ser evaluadas de forma separadas ni buscando en una expresión la explicación de la otra.

Dos voces, al superponerse, crean una tercera voz. Cuatro pupilas, cuatro manos, y todo lo demás, recitan, de memoria, un porvenir tuberculoso y florido al mismo tiempo (¡Santas galimatías!), haciendo equilibrio sobre los límites, para que estos delaten, por fin, su función de nexos, su verdadera finalidad de hermanar opuestos (máscara de frontera, entrañas de camino), su posibilidad de aproximación a un rezo de ingenuidad infinita, el único posible cuando dos expresiones comparten abismo o cumbre.

Silencio…

La jaula le está confesando su amor al viento… Día a día.

Sus oídos, queridos lectores, son el palacio de esas palabras,

sus pupilas el hogar de las nuevas formas.


La casa de Toti
Autor: Agustín Luisi
​Editorial: Diario del Desierto
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Dijo el Sr. Plato grande que aprender es recordar; y más vale no pasar  por alto que lo primero  que se aprende es a llorar. Entonces... entonces nada que discutir. A diente y lágrima se escala el pozo de los días.. Y allá en el horizonte  la risa le abre los párpados a nuestra sordera. En la eternidad que siempre promete suceder. Y sucede. Lejos. Lejos en lo más hondo de nosotros. Allí donde las llamas se hielan y viceversa. Donde las paradojas. Rey de reyes.

De nada sirve pelear con las sombras. Solo ayuda retratarlas. Y tratar de no salir en la foto. Solo ayuda intentar morar en la parte luminosa de la existencia. Y colarse en su destello.

Este libro es eso. Un destello de ternura. Una carie florida de pausa en medio de la boca torcida de este tiempo de atropello ciego. 

Este libro es fruto de la agradable experiencia de quedarse de casero en la casa de un amigo. Fruto de quedarse a cuidar casa ajena y aprovechar  silencio nuevo  para repasar  viejas facturas propias; es la historia de un fisgón  que se vuelve guardián  y en esa mutación encuentra espacio para hallarse  con su arte de cara a paredes que dejan de mentir su limite y se abren como ventanas a la experiencia amorosa. (¡Copi! ¡Tus paredes hablan! ¡Y pedían retratos y versos las muy vanidosas! Las muy humanas)

Este libro  es una pausa florida. Un realizarse en la ausencia. Un abrazar sin especulación alguna. Un homenaje a la amistad en la forma más honda: mediante el arte que interroga de vida todo lo que nos rodea, los objetos y situaciones invisibilizados por la trágica rutina; mediante  la ternura que devela el costado sagrado de todo cuanto existe.


Fracafest
Autora: Nadia Crantosqui
Editorial: Peces de Ciudad, 2017

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En su primer poemario, Nadia Crantosqui engarza sucesivos eslabones de tropiezos. Compone una guirnalda de fracasos. El título encierra algo de luminoso, un festival acotado en la partícula fest. Su poesía recorre traspiés personales y colectivos, en solitario y acompañada. Incluso el repaso de éxitos, bien mirado, no es cuanto se presagiaba. Aún cuando se arribe a la meta se cuela la sensación de que el camino mejor es el que no se transitó (“los libros de la colección 'elige tu propia aventura' me alunaban un montón”).

La poesía de Crantosqui descubre y describe variaciones personales de la Ley de Murphy. En el devenir de sus versos los éxitos se vuelven sospechosos. Una vez alcanzados saben amargos, impregnados con el tolueno del labial rojo que resiste aunque se apague en una línea (“croniquita”). Los temas del festival arden y, como los globos de papel, “se prenden fuego” (“navideño”).

La autora irrumpe con giros y cadencias ejemplificando una colección de desaciertos. ¿Su clave? “Fracaso con argumentos” nos incita a “repetir diez veces antes de dormir”. Recomiendo aceptar la sugerencia y navegar estos poemas sugestivos con el deseo de fracasar con éxito.